miércoles, 20 de agosto de 2014

“La inclusión necesaria de candidaturas independientes o la verdadera apertura ciudadana en los partidos políticos”.
¿Qué pensará el ciudadano que vive en la ciudad de México con respecto a su representación política?. Sin duda es una pregunta donde algunos presentarán respuestas que agrupan sentimientos tales como: “Son corruptos”, “Es mi líder”, “Me prometió”, “Es de resultados”, “Me es indiferente”, “Todos son iguales”, etcétera. Y la lista podríamos enriquecerla desde la mente del lector.
Desde hace ya más de 20 años, estadistas nacionales han venido hablando del poder que debe tener el ciudadano, otros han dejado un legado rico en contenido e ideales. Sin embargo, estas tesis se quedan en el discurso y al parecer no son una realidad en la practica de gestión gubernamental, con esto me refiero y planteo la tesis y la necesidad de que la política debe ciudadanizarse.
Tenemos avances que dan los instrumentos políticos y legales para que el ciudadano participe de manera más activa. Por mencionar solo uno de ellos, observamos las candidaturas ciudadanas que tendrán vigencia y permanencia en los próximos procesos electorales a partir del 2015. Difícil es ahondar en el ¿cómo? cuando se encuentra en discusión de la Cámara Baja las leyes secundarias que atenderán este tema.
Sin embargo, es prudente resaltar que la clase política dominante en el Distrito Federal, en los últimos ya casi 18 años (entiéndase que ya llega a la mayoría de edad 1997-2015), parece que nos sitúa en el abandono e indiferencia. Imagínese de pie afuera de su hogar, volteando la mirada de izquierda a derecha y de derecha a izquierda y seguramente observara la desigualdad, el abandono, la preocupación, y en síntesis la falta de equilibrio. Inevitablemente la voz interna retumbará diciendo: ¿Qué nos paso?.
Este tipo de reflexiones deben empujar con mayor firmeza a la clase política para voltear y ver al ciudadano y sus grupos ya organizados como un activo de desarrollo, de propuestas y de buen gobierno. Significa destruir por completo y para siempre el esquema de subasta y administración electoral de las clases (o tribus) que ejercen presión al ciudadano.
Es recuperar la dignidad, es levantar la cara y vernos a los ojos haciendo el escrutinio necesario para elevar la calidad de vida, no desde la óptica de las estadísticas sino de la realidad del diario vivir, donde: el agua, la seguridad, el respeto de usos de suelo, la corrupción, vías de comunicación, etcétera sean temas cotidianos no para acusar o denostar nuestras diferencias, es para generar las propuestas que nos unan en nuestras coincidencias.
Observo la necesidad de una apertura real para que, los proyectos ciudadanos tengan una voz que haga eco en los espacios que dan rumbo y movimiento al país y nuestra ciudad, ya que la fuerza y firmeza de la misma se encuentra en su génesis  que le da legitimidad. Será entonces responsabilidad de la imaginación de los actores políticos encontrar el camino que vuelva a unir al gobernado con sus gobernantes. Es atreverse a enaltecer el uso de la política.

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